jueves, 3 de enero de 2013

Mi radio

Mi radio despertador se va hoy a la basura. La compré cuando era un niño de 10 años. En ella escuché primero a García y después a De la Morena. También a Carlos Pumares, a Gabilondo y, pasado el tiempo, a Giráldez. Pegué la oreja para sintonizar la Gramola de Joaquín Guzmán, el vuelo 605 de Ángel Álvarez, la casi remontada de Perico en el Tour 89... La compré en Vigo y me acompañó en mis mudanzas a Ribadeo, Santiago y Pontevedra. Sobrevivió a sí misma un montón de veces, a caídas desde alturas inverosímiles y a puñetazos que buscaban apagar el despertador a horas intempestivas. En sus últimos años lucía un aparatoso vendaje de fixo que evitaba que sus tripas desbordasen la carcasa. El viaje que hoy hago desde mi habitación a la basura de la cocina es más homérico que la defensa que Héctor hizo de Troya. Por eso no descarten un arrepentimiento final: en el fondo, los que padecemos síndrome de Diógenes disfrazado de melancolía solemos dudar ante el cubo del que no se vuelve jamás.

6 comentarios:

  1. No lo tires en la basura de la cocina. reciclaje, hombre, reciclaje

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  2. Reconozco que aún no la he tirado. La he ido acercando estratégicamente a la basura y ahora está en el lavadero, pero sin dar el paso definitivo.

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  3. Nin se che ocorra tirala, Chami!
    Como vas tirar esa xoia que sabe máis de ti que ti mesmo. Recíclaa para Ribadeo, xunto coas Gigantes del Basket.

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  4. Ya te digo, Xavi. La historia de ese cero que se ve pegado a la radio es curiosa. El primer año de carrera vivíamos en un piso que antiguamente era una pensión, así que las habitaciones tenían un número. El de la mía era el 13. Aquel no fue un buen año y si no tuve una depresión le anduve cerca. Desesperado porque nada me salía bien, decidí comprar ese cero para ponerlo encima del tres del trece y formar así un diez. Mi suerte fue cambiando poco a poco (no por el numerito, obviamente) y al final de curso no supe qué hacer con ese cero. El día de la mudanza, sin ningún otro sitio donde ponerlo, lo pegué a la radio. Y ahí se ha quedado durante quince años.

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  5. Tio, es mejor que tires ese "aparato" porque si lo pones en la mesilla de noche ya no te cabe nada mas salvo un libro de bolsillo. Deberias haber contado la historia del numero en el articulo, es buenisima. Por cierto, comparto totalmente tus gustos/mitos radiofónicos.

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  6. Tienes razón, Fraguasa, tenía que haber contado la historia del numerito. Sobre el tamaño de la radio, diré que es una foto muy poco favorecedora. Cabían más cosas en la mesita siempre y cuando no fuesen libros de Juan Manuel de Prada o memorias de César Antonio Molina.

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