miércoles, 14 de abril de 2010

Pontevedra

La diferencia está en los matices. Algunos piensan que hace falta más verde en las plazas, más árboles, menos cemento. Otros opinan que el sentido de algunas calles no está bien meditado, que con un par de retoques funcionaría todo muchísimo mejor. Hay, incluso, quien se queja de que hay excesivas terrazas, que los bancos de nietos y abuelitos se han extirpado como si fuesen apéndices que desentonan y que el transporte urbano es sólo una promesa de futuro eternamente repetida. Eso por no olvidar a quienes preferirían no tener que soportar con tanta frecuencia los camiones de carga y descarga, los residuos biodegradables de los perros o las multas de los policías locales. En realidad, como digo, son matices, excusas para discutir sobre la calidad de vida que se disfruta en Pontevedra gracias al modelo de ciudad implantado en los últimos años. El premio ofrecido a la ciudadanía la pasada semana refrenda lo hecho hasta la fecha y marca, al igual que en la decisión de sacar Ence de Lourizán, una manera de pensar y de entender la política municipal que no tendrá marcha atrás gobierne quien gobierne en el Concello. Pontevedra ya no se entiende de otra manera que así, con gente en la calle, con vida, con peatones. Está, por supuesto, el problema del tráfico. Pero de eso ya hemos hablado otras veces. Hoy no toca. Hoy, por una vez, diremos lo que está bien hecho.

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